La escala de pH mide el contenido de ácido (es decir, el número de iones de hidrógeno H+) de una sustancia determinada. El valor del pH puede variar de O a 14. A medida que el pH aumenta de 7 a 14, la alcalinidad aumenta (el líquido contiene más hidroxilo alcalino y menos iones de hidrógeno). A medida que el pH disminuye de 7 a 0, la acidez aumenta (el líquido contiene más hidrógeno y menos iones hidroxilo).

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Los fluidos del cuerpo (sangre, líquido cefalorraquídeo, linfa, líquido intercelular, etc.) tienen una alcalinidad débil, excepto el estómago, la piel y la vagina femenina, que son naturalmente ácidos. Los parámetros sanguíneos son especialmente importantes. El cuerpo solo puede funcionar normalmente cuando la sangre tiene un nivel bajo de alcalinidad (7.35-7.45), e incluso la más mínima desviación de este rango puede ser muy peligrosa.

 

El pH de los fluidos corporales cambia y disminuye (acidifica) debido a factores ambientales negativos. Para neutralizar estos efectos acidificantes, el cuerpo debe recibir una cantidad suficiente de álcalis.

 

Además de los iones hidroxilo, el agua alcalina ionizada también contiene iones de metal alcalino (calcio, magnesio, potasio, sodio) de fácil absorción necesarios para neutralizar los desechos ácidos. Así, el consumo diario de agua alcalina proporciona al organismo un cóctel de iones alcalinos que necesita para mantener el equilibrio alcalinoácido de sus fluidos.